Salmorejo cordobés

Hoy comparto la receta de mi plato preferido de la gastronomía cordobesa: el salmorejo. Desde que lo probé por primera vez, su sabor y delicada textura me encantaron, y eso que yo no estaba habituada a comer sopas o cremas frías. 

El salmorejo es una sencilla y deliciosa crema fría que se hace con tomate, pan, aceite de oliva, ajo y sal. Este plato apetece y se disfruta mucho en verano, pero a mí me gusta tanto que lo comienzo a preparar desde la primavera.

Vivo en Córdoba desde hace cuatro años, como pueden imaginar, he comido muchos salmorejos y aunque no me considero una experta en el tema, me gusta hacerlo con tomates pera maduros que no estén pasados y con un buen aceite de oliva virgen extra de suave sabor como el Arbequina. 

A el salmorejo le van muy bien la tortilla de patatas, el pepino, las berenjenas, el queso, los picatostes y los embutidos. En esta ocasión opté por una guarnición muy tradicional entre los cordobeses: jamón serrano y huevo cocido. Si desean hacer esta receta y viven fuera de España, pueden remplazar el pan de telera por un trozo de baguette del día anterior, algunas veces lo he preparado con este pan francés y también queda muy bien.

¡Qué buenos jamones se producen en España! Sin lugar a duda los mejores. Recuerden que me pueden encontrar en facebook.

Ingredientes para 6 personas:

1 kilo de tomates pera maduros

150-200 gramos de pan de telera del día anterior (ajuste según lo espeso que lo deseé)

1 diente de ajo

180 mililitros de aceite de oliva virgen extra (Arbequina)

1 cucharadita de sal

Preparación:

Lavamos muy bien los tomates, les retiramos el pedúnculo, los troceamos y reservamos. Pelamos el diente de ajo, le retiramos el germen y lo reservamos. Cortamos el pan en trocitos pequeños y reservamos. Echamos en la batidora de vaso los tomates, el ajo, y la sal. Batimos a máxima potencia hasta que todo quede bien licuado. Si quieren que el salmorejo tenga una textura más fina, pueden colar el jugo de tomate antes de mezclarlo con el pan. Yo no he hecho ese paso y no he notado ni la piel ni las semillas de los tomates. 

Añadimos el pan en la batidora y con una cuchara lo mezclamos para que se humedezca con el jugo de los tomates, lo dejamos unos 5 minutos para que se ablande. Luego, encendemos nuevamente la batidora y batimos a máxima potencia hasta que la mezcla tenga una consistencia cremosa. Finalmente, mientras seguimos batiendo vamos añadiendo el aceite de oliva poco a poco. El salmorejo debe quedar cremoso y sin grumos, en este punto podemos comprobar la textura y rectificar la sazón si hiciera falta con una pizca de sal.

Algunas veces cuando los tomates están muy dulces, agrego un poquito de vinagre al salmorejo para darle un toque ácido, pero esto lo hago al final, tras probarlo y sentir que requiere ese pelín de acidez. No obstante, la mayoría de las ocasiones no he necesitado adicionar vinagre en la preparación, pues con la acidez natural de los tomates ha sido suficiente.

Vertemos el salmorejo en un tazón y lo dejamos enfriar en la nevera por un par de horas. Preparamos la guarnición de nuestra preferencia y servimos el salmorejo frío; a mí me gusta adicionarle un poco de aceite oliva al momento de servir.

¡Hasta pronto!